Día a día, el independentismo catalán va perdiendo apoyo ciudadano y, con ello, músculo político para mantener su desafío radical contra el Estado español y todo lo que recuerde a España.
Y es que cada vez son menos los ciudadanos catalanes que se dejan convencer por las mentiras y la propaganda independentista, gracias, en gran medida, a los continuos casos de malversación y corrupción que salen a la luz, y que señalan directamente a los principales líderes del nacionalismo catalán.
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Crisis de imagen pública que ha llevado incluso a Oriol Junqueras, presidente de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) y principal líder del independentismo, a reconocer que el actual independentismo catalán no es más que un 'fraude' abocado al fracaso.
"Tenemos que ser más, y tenemos que ser más fuertes" ha señalado el republicano durante la presentación de su libro en Igualada, "Depende de nosotros [...] es evidente que nos necesitamos todos".
"Más necesario que nunca"
Sin embargo, y temiendo perder el apoyo ciudadano que financia al partido y, por tanto, su propio tren de vida, el líder republicano ha intentado volver a recuperar la fuerza independentista perdida, retomando las promesas del secesionismo que provocaron el 1 de octubre en 2017.
Así pues, Junqueras ha asegurado públicamente que el movimiento nacionalista "es más necesario que nunca, es más urgente que nunca, y nos necesitamos más que nunca".
Una "necesidad" que respondería a los acuerdos de 2017, en los que los secesionistas se comprometieron a hacer lo que fuese necesario para "volver a hacerlo", y conseguir "cosas extraordinarias" a través de la independencia catalana.
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"Decidimos que haríamos todo lo que estuviera en nuestra mano por nuestro pais, y muchos nos comprometimos a ello. Este compromiso está más vivo que nunca [...] somos capaces de hacer cosas extraordinarias, por lo que yo os digo, os propongo, os pido... casi os exijo que lo volvamos a hacer" ha afirmado rotundamente el republicano, consciente de que el independentismo se lo juega todo a una carta antes de desaparecer definitivamente de las calles y la política catalana, ante el hartazgo de sus ciudadanos y votantes.