Irán vivió el pasado martes una jornada histórica. Hasta 100 mujeres acudieron al Estadio Azadi para presenciar el Irán-Bolivia, un hecho histórico que sembró la esperanza de progreso en el país musulman, pero que apenas duró unas horas.
Mohammad Jafar Montazeri, fiscal general de Irán, rechazó públicamente la presencia de mujeres en un estadio de fútbol justo el día siguiente de tal acontecimiento. "Me opongo a la presencia de mujeres en el Estadio Azadi ayer. Somos un estado musulmán, somos musulmanes", sentenció.
El fiscal dio sus motivos para justificar la decisión: "Que una mujer acuda al estadio y se encuentre a hombres medio desnudos con ropas de deporte... eso lleva al pecado", afirmó. Pero fue más alla al asegurar que "Actuaremos ante cualquier oficial que quiera permitir la entrada de mujeres en los estadios. Si esto se repite, ordenaré al mismo fiscal de Teherán que actúe", concluyó Montazeri.
Pese a la histórica situación vivida, la presencia de mujeres se limitaba a esposas y madres de los futbolistas y al equipo nacional femenino, aunque supuso la primera vez que se veía algo así desde 1981.
Un veto de hace casi 40 años
La prohibición a las mujeres de ver el fútbol es algo que viene de largo, concretamente desde la revolución islámica de 1979, donde los clérigos tomar la decisión para que ellas estuvieran protegidas de la atmósferta masculina y de la vista de los hombres semidesnudos.
Sin embargo, el presidente del país, Hasán Rohani, ha expresado en diversas ocasiones su voluntad de poner fin a tal prohibición, aunque siempre se ha topado con el freno de una dura oposición por parte de los sectores ultraconservadores del país.
El siguiente partido donde se esperaba una alta afluencia femenina era el Persépolis de Teherán frente al Al-Sadd, perteneciente a la Liga de Campeones asiática y que se celebra el próximo 23 de octubre. Allí en principio las mujeres tenían la autorización para acudir, pero tras estas palabras todo queda en el aire.