Prácticamente la totalidad de su cara había sido devorada por los gusanos cuando al caer en una pequeña fosa de la que no podía salir.
El pobre perro esperaba una muerte segura, pero fue rescatado por una asociación animalista.
Al ver las gravísimas heridas que presentaba en el rostro (había perdido también los ojos) pensaron que la mejor solución para evitarle más sufrimiento era la eutanasia.
Sin embargo, su espíritu les convenció e iniciaron una serie de curas. Primera le aplicaron unos polvos para matar a los gusanos y el vendaron toda la cara.
Una vez muertos los gusanos, lo sedaron y procedieron a limpiar la terrible herida, en la que tenía una parte del cráneo expuesto y los ojos no estaban.
Durante el tercer día comió por primera vez tras su rescate, y el quinto día apareció su ojo izquierdo. El milagro iba cobrando forma. (Dos milagros de dos perros que resucitaron)
Después de tres meses de intensos cuidados médicos, tal y como se aprecia en el vídeo, Kalu es un perrete que, a pesar de haber perdido el ojo izquierdo, corre sano y feliz.