Hasta el independentismo más radical lo sabe: no hay futuro para el nacionalismo catalán, pero sí mucho dinero

A pesar de la evidente falta de apoyo ciudadano, la financiación a los chiringuitos indepes sigue ocupando gran parte de los Presupuestos autonómicos.

Hasta el independentismo más radical lo sabe: no hay futuro para el nacionalismo catalán, pero sí mucho dinero
Hasta el independentismo más radical lo sabe: no hay futuro para el nacionalismo catalán, pero sí mucho dinero

A pesar de los evidentes esfuerzos de los principales partidos y asociaciones independentistas, desde dentro y fuera de la Generalitat de Cataluña, es más que evidente que el apoyo ciudadano al nacionalismo catalán cada vez es menor.

Y es que son muchos los ciudadanos catalanes que, hastiados del discurso secesionista, han dejado de apostar por confiar en las promesas de los líderes independentistas; menos aún, después de la nefasta gestión de la pandemia del coronavirus por parte del Govern catalán, en manos de ERC.

Una realidad que ni siquiera la ANC de Elisenda Paluzie es capaz de negar, a pesar de los continuos intentos de manifestación que se han convocado desde su organismo, cada vez con menos participación ciudadana.

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"Hablo con mucha gente por la calle y te dicen [...] que han desconectado de leer noticias, de estar pendientes de si hay Presupuestos o no, de la última discursión entre Junts y Esquerra; eso los quema y han desconectado" ha asegurado la presidenta de la ANC en una entrevista en La2.

Una desconexión que hace que ni siquiera Paluzie considere que sea posible declarar la independencia catalana en un "horizonte" cercano: "No hay unidad, no se ve que se vaya a hacer algo desde las instituciones para avanzar hacia la independencia [...] no hay un horizonte a corto plazo para hacer la independencia".

No hay independencia, pero sí dinero

Palabras de Elisenda Paluzie que coinciden con otras declaraciones de otros partidos independentistas como ERC, que planea abandonar sus ideales de secesión, al menos, hasta 2050, tal y como declaraba hace unos días Raül Romeva. Sólo Carles Puigdemont, desde su refugio seguro de Waterloo, parece defender la declaración unilateral de independencia de 2017, y la necesidad de implantar cuanto antes la república independiente en Cataluña.

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Sin embargo, a pesar de ser conscientes de que la independencia catalana es cada vez más una absurda obsesión nacionalista, desde la Generalitat de Cataluña, partidos y organizaciones independentistas rechazan perder la financiación pública que reciben gracias a esta ideología.

Una financiación que ha provocado que Cataluña, en este último año, haya alcanzado una deuda histórica del 37% de su PIB, mientras que, a la vez,  invierte cerca de 600 millones de euros en mantener los más de 300 chiringuitos indepes que se nutren de los bolsillos de todos los catalanes, y por ende, de todos los españoles.