El presidente del gobierno en funciones, Pedro Sánchez, fue a pasar las vacaciones a un palacio propiedad del Estado. Se encontraba en el palacio de Las Marismillas, a pocos kilómetros de Sanlúcar de Barrameda.
Como es habitual, se desplegó un dispositivo de seguridad para proteger al presidente y a su familia. Entre sus funciones también está la de espantar a los paparazzi que buscan la foto del verano.
La droga estaba enterrada a 1 kilómetro del palacio
Sorpresa para los agentes del dispositivo de seguridad. Encontraron un alijo de hachís enterrado a menos de un kilómetro del palacio donde se alojaba Pedro Sánchez. El alijo llevaba ahí pocos días.
Los señores del hachís, que utilizan el río Guadalquivir para transportar la droga, recibieron un chivatazo de que la policía andaba cerca, así que decidieron parar la lancha y enterrar la mercancía al lado de un pino que ya habían utilizado con anterioridad.
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Para sus sorpresa, llegó el presidente con todo el grupo policial. Nadie sabia que iba a venir el presidente. No podían sacar la droga del lugar o serían descubiertos además de ser el hazmerreír entre las bandas de narcotraficantes. Nadie querría trabajar con ellos.
La droga procede del norte de Marruecos y sigue un protocolo muy marcado. Una cadena de personas muy larga se encarga de que todo salga a la perfección. Hay una persona que su única función es avisar de si viene la policía (aguador).