Hace casi un año, el 18 de abril de 2021, España acogía dentro de sus fronteras a Brahim Gali, el líder del Frente Polisario, que era atendido de Covid-19 en un hospital de Logroño.
Una acción que provocaba la ira de Marruecos, que culpaba a España de haber introducido al líder polisario de manera ilegal en el país, y de haberse posicionado en contra de los intereses marroquíes sobre el Sáhara.
Enfado que provocaba una verdadera crisis entre España y Marruecos, en la que ni la ex ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González-Laya, ni el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, supieron controlar a Marruecos, que 'abría' sus fronteras para permitir una histórica entrada irregular a Ceuta de más de 10.000 marroquíes.
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Conflicto que ha durado hasta este viernes, cuando el Gobierno español ha decidido, de forma impredecible, abandonar su tradicional postura de neutralidad respecto al Sáhara, y ha apostado por la propuesta autonómica de Rabat, considerándola "la base más seria, realista y creíble para la resolución del contencioso".
"Hoy iniciamos una nueva etapa de la relación con Marruecos basada en el respeto mutuo, el cumplimiento de los acuerdos, la ausencia de acciones unilaterales y la transparencia y comunicación permanente" señalan desde el Ejecutivo nacional, dando así por zanjada la brutal crisis en la que González-Laya metió al presidente socialista y a su equipo de Gobierno hace apenas un año.
Experta en relaciones internacionales
Sorprendentemente, y a pesar del 'jardín' en el que metió al Gobierno de España con Marruecos, aceptando al líder del Frente Polisario, las relaciones internacionales no son desconocidas para González-Laya, una verdadera "trotamundos".
Y es que la ex ministra de Exteriores ha vivido fuera de España desde 1992, considerándose a sí misma un "bicho raro", sin pareja ni hijos, que controla seis idiomas (euskera, español, francés, inglés, alemán e italiano) y que disfruta explorando el mundo.
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Tanto es así, que se marchó de casa a los 23 años, habiendo trabajado en un bufete de abogados alemán, como profesora en Bélgica y China, como subsecretaria General de la ONU, y jefa de gabinete del director general de la Organización Mundial del Comercio.
Experiencia laboral independiente a la política, sin militar en el PSOE, que la ha llevado a trabajar siempre "de una forma muy estrecha y cercana" con Marruecos; algo que no fue suficiente para evitar la brutal crisis diplomática durante su liderazgo del Ministerio de Exteriores.