Es una enfermedad genética que se caracteriza por provocar un envejecimiento brusco y prematuro de los niños entre el primer y el segundo año de vida, provocando que el proceso natural de envejecimiento se acelere entre 5 y 10 veces más rápido de lo habitual. A diferencia de muchas mutaciones genéticas, es poco frecuente que la progeria se herede. En la mayoría de los casos, la mutación genética es inusual y fortuita.
No se conocen factores, como problemas en el estilo de vida o ambientales, que aumenten el riesgo de padecer progeria o de tener un hijo con esa enfermedad. La progeria es muy poco frecuente. Para los padres que tuvieron un hijo con progeria, las posibilidades de tener un segundo hijo que también padezca la enfermedad son del 2 al 3 por ciento.
Los pacientes aquejados de progeria suelen vivir un promedio de 14 o 15 años, aunque pueden llegar a los 30. La muerte se suele producir por problemas cardiovasculares.
Además, otros síntomas son los problemas de crecimiento, la calvicie, la macrocefalia, la baja estatura, una piel seca y delgada, ojos saltones y la proliferación de enfermedades degenerativas, entre otras. Sin embargo, a nivel mental el afectado tiene un desarrollo totalmente normal.