Tras investigar a un total de 723 pacientes descubrieron que 36 de ellos (el 5%) de pronto empezaban a obsesionarse por su alimentación tras haber sufrido una lesión en su cerebro.
Así, hay personas que lo padecen que empiezan a obsesionarse por detalles nimios, e incluso un periodista dejó su labor como cronista político para dedicarse a la crítica gastronómica tras sufrir una apoplejía.
La explicación a estos cambios todavía no está demasiado clara, pero todo podría deberse a una afectación de los ganglios basales.
Éstos regulan la producción de serotonina, un neurotransmisor que trabaja en la toma de decisiones, las emociones y la recompensa.
Así, si esta área se ve afectada el individuo puede tener problemas para llevar a cabo su autocontrol y puede experimentar un apetito insaciable que le provoque una pasión inusitada por la comida.