El homicida enterraba a sus víctimas en el jardín de su casa
John Wayne Gacy fue durante unos años uno de los asesinos en serie estadounidenses más temidos del estado Illinois, en Chicago.
Y es que tal y como suele suceder en la gran mayoría de los casos en la vida de los homicidas, este no tuvo una infancia para nada fácil.
En ella tuvo que soportar los golpes y abusos de su padre, el cual era un alcohólico y maltratador.
Además, un amigo de la familia lo violó cuando era tan solo un niño y este nunca se lo llegó a contar a sus padres.
Por lo que cuando tuvo la mayoría de edad se trasladó hasta Las Vegas donde comenzó sus estudios, consiguió un trabajo embalsamando cadáveres, se casó en 2 ocasiones y tuvo 2 hijos.
Durante esta etapa, John Wayne intentó disimular su condición sexual, ya que se sentía atraído por los hombres.
Pero fue en el año 1968 cuando este terminó su primer matrimonio tras ser acusado de abusar sexual de un niño y fue condenado a 15 años de cárcel.
El estadounidense finalmente fue puesto en libertad tras pasar 18 meses encerrado y a partir de ese momento comenzó a realizar varios asesinatos en serie.
Su estrategia para atraer a las víctimas era la de vestirse de payaso para llamar la atención de los niños y adolescentes de los alrededores.
Por lo que se sucedieron varias muertes colectivas hasta llegar a la cifra de 33 personas entre las que se encontraban jóvenes Timothy McCoy, al cual apuñaló en varias ocasiones y se excitó viendo su sangre.
Además, el asesino seguía una serie de pautas para engañar a los jóvenes, ya que les ofrecía alcohol, drogas, películas porno o trabajos falsos.
Después, los llevaba hasta su casa donde los dormía con cloroformo y los terminaba atando, torturando, violando y estrangulando.
Finalmente, los cuerpos de estas personas terminaban enterrados en el jardín de su casa o en el sótano.
Por lo que en el año 1978 y tras tener la policía varias pistas que señalaban directamente a Wayne, este fue interrogado y allí encontrar los agentes los cuerpos de varias personas en su hogar fue detenido directamente.
Y aunque en un primer momento el autor de los hechos se intentó justificar diciendo que había realizado los crímenes a causa de una enfermedad mental, esta teoría fue desmentida rápidamente por un grupo de psicólogos.
El payaso asesino terminó siendo condenado el 13 de marzo de 1980 a 21 cadenas perpetuas y 12 cadenas de muerte y permaneció durante 14 años en el Centro Correccional de Stateville Crest Hill.