En alguna que otra ocasión los más pequeños han visto cómo sus rodillas aumentan de tamaño y sienten una pequeña inflamación en las mismas.
Y es que se trata de bursitis y son unos sacos de líquidos especiales que se llaman bursas y se encuentran entre los tendones, ligamentos y otras estructuras articulares.
Entre sus principales características se encuentra la de reducir la fricción cuando una persona se mueve y los daños en las articulaciones que sobresalen.
Este transtorno aparece en niños cuando los tejidos que recubren las bursas se espesan y comienzan a producir demasiado líquido sinovial, lo que provoca un aumento de los sacos y una serie de síntomas desagradables.
Pero, ¿por qué factores pueden influir en la aparición de la bursitis?
Existen diferentes elementos que pueden desencadenar el desarrollo de esta enfermedad como es una lesión articular traumática resultante de caídas, contusiones graves, colisiones y otras situaciones en las que uno o varios elementos articulares se ven afectados.
Y es que cualquier daño en los tejidos blandos de un niño puede hacer que aparezca la bursitis.
Pero entre las razones de su aparición también se encuentran otras como los siguientes:
-Infección o inflamación de los tejidos que rodean la articulación.
-Osteomielitis.
-Patologías crónicas de naturaleza infecciosa.
-Actividad física excesiva.
-Lesiones recibidas en el curso de actividades deportivas.
-Exceso de peso.
-Patologías autoinmunes y endocrinas crónicas asociadas con trastornos metabólicos.
-Intoxicación aguda.
-Trastornos de la postura.
.Hipotermia frecuente y sobrecalentamiento.