Esto se debe a las terminaciones nerviosas que se encuentran tanto en la dermis como en la epidermis
Seguramente habrás sentido en alguna que otra ocasión que durante la época invernal hay zonas más sensibles al frío, mientras que en la estival hay otras que son más susceptibles al calor.
Y es que esto no es una simple casualidad, sino que tiene una explicación científica.
Esto se debe a que hay unas terminaciones nerviosas en el cuerpo, las cuales se llaman termorreceptoras y se encargan de apreciar los cambios de temperatura de hasta 0,001º que se pueden producir alrededor de la persona.
¿Pero dónde se encuentran exactamente estas zonas?
Principalmente, los termorreceptores están en los labios, el mentón, el pecho y los dedos, ya que son las zonas más vulnerables al frío.
Por su parte, la punta de los dedos, codos y nariz son más sensibles al calor.
Pero si hay una parte especialmente delicada y que necesita una temperatura específica, esta es sin duda la del cerebro.
Este órgano necesita estar a 37 grados para su correcto funcionamiento, por lo que cuando se alcanzan temperaturas de fiebre de hasta los 40,5º hay riesgo de que se produzca alguna secuela en la persona.