El próximo martes 30 de octubre hará justamente un año que Carles Puigdemont apareció en Bruselas. Ese mismo día, el entonces Fiscal General del Estado, José Manuel Maza, presentaba una querella contra él, su Govern y la Mesa del Parlament por el 1-O.
Tres días más tarde, la juez de la Audiencia Nacional, Carmen Lamela, acordó una orden nacional, europea e internacional de detención contra Puigdemont y cuatro de sus consellers.
Pues bien, casi un año después, y tras varias negativas de diferentes tribunales extranjeros, a día de hoy el único cargo que tiene el expresidente catalán es una orden de detención en territorio español.
No obstante, algunas fuentes jurídicas afirman que esta situación se puede revertir en el momento más inesperado, y los movimientos del ahora líder de la 'Crida' nacional por la República están siendo observados con lupa.
Puigdemont, el mundo a sus pies
Casi un mes después de la orden de detención contra Puigdemont, concretamente, el 5 de diciembre, el político catalán tenía una libertad de movimientos absoluta para moverse libremente por Europa y por el mundo entero.
Eso sí, el alto tribunal, Pablo Llarena, ya avisó que si el expresidente ponía un pie en territorio español, sería automáticamente detenido y encarcelado para ser procesado por la justicia española.
Triunfo, pero no eterno
La decisión de la Justicia española fue vivida como una auténtica victoria por Puigdemont y su entorno más próximo.
Llarena ya retiró la euroorden y la orden internacional de detención, dejando activa la orden nacional. La cuestión es que si el dirigente catalán decide cambiar de país, el proceso para pedir su extradición podría volver a activarse en un santiamén.