Mientras el Covid-19 obliga al Govern catalán a cerrar durante 15 días bares y restaurantes y a alterar la actividad del resto de sectores, el otro virus, el independentista, entra en una fase de control que da pie a pensar que el globo ya ha empezado a desinflarse y que sus efectos devastadores ahora son mínimos. Los amigos violentos de Torra a duras penas se unen para movilizarse y apretar. Y lo que es apretar, aprietan poco. Cada vez menos.
Los catalanes saben que están prohibidas las reuniones de más de seis personas, una medida de protección contra el Covid-19 que no afecta a estos radicales, a los que sí se les permite salir a la calle en manada para hacer el vándalo. Seguramente se lo permiten porque ya son inofensivos. Es bueno dejarles desbravarse y que se alivien quemando cuatro banderas y expulsando veneno por la boca. Cada vez son menos y cada vez están más desunidos y controlados.
Lo que pasó anoche en Barcelona
La protesta convocada por los CDR en la plaza Urquinaona de Barcelona un año después de conocerse la sentencia de los líderes independentistas presos se disolvió en torno las diez y media de la noche, dos horas y media después de su inicio, después de que los manifestantes llegaran a la Rambla de Barcelona y sin ningún detenido.
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Durante la manifestación, que ha agrupado a unas 300 personas, algunos CDR han hecho barricadas, han quemado un contenedor y finalmente los Mossos d'Esquadra han perseguido corriendo a los manifestantes para disuadirlos.
Por la noche, han pasado por la Jefatura Superior de Policía de Via Laietana donde dos manifestantes han lanzado huevos a los furgones de la policía y han quemado banderas de España que estaban colgadas en las farolas por la manifestación del pasado 12 de octubre.
"¡Puta España!"... Y poco más
Se han desplazado por Paseo Colón, donde los manifestantes han creado barricadas con contenedores para obstaculizar las furgonetas de los Mossos y han seguido su camino hasta la Rambla de Barcelona.
En la Rambla han tirado los contenedores en el suelo, creando barricadas, han incendiado uno de ellos y han lanzado mobiliario de las terrazas de los bares cerrando el paso a los furgones de los Mossos que los seguían.
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Una veintena de furgones de los Mossos han intentado atravesar los contenedores y han acabado saliendo de las furgonetas persiguiendo a los manifestantes.
Los manifestantes se han dispersado por las calles perpendiculares a la Rambla de Barcelona y las furgonetas de los Mossos han empezado a seguir a los grupos de manifestantes y se ha disuelto la manifestación.
Antes se habían oído gritos de "¡Puta España!", "fuera, fuera, fuera, la bandera española" y "las calles serán siempre nuestras" en las ceremonias organizadas para quemar banderas españolas. Todo ello bajo el lema de "1 de octubre, ni olvido ni perdón!"
Pocos y mal avenidos
Que sean cuatro gatos (ayer apenas llegaban a 300) no es un problema de la pandemia, como de los sectores separatistas se nos quiere hacer creer. Ya antes de comenzar la época de los confinamientos su poder de convocatoria había decrecido considerablemente. Y su capacidad para hacer daño, también.
La "celebración" del primer aniversario de la publicación de la Sentencia del Supremo contra los presos condenados por su participación en el golpe de estado catalán fue un fiasco. Nada que ver con los graves incidentes que durante varios días se produjeron el pasado año por estas fechas.
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Los Mossos estaban preparados para enfrentarse a lo peor, pero al final sólo tuvieron que intervenir para perseguir a los manifestantes y dispersarlos dando fin a su fiesta macabra. Por El Liberal hemos sabido que la desunión ha imperado en esta jornada de protestas. El grupo ADR de Cubelles se ha quejado a los organizadores de la movilización de que no hubiera una finalidad concreta en la misma, advirtiendo que "No daremos apoyo a un grupo que solo busca el enfrentamiento". Y "no nos quedaremos a correr por correr. Esperamos que reflexionéis de una vez". Queda claro que están descabezados y sin líderes capaces de guiarles, como sucedió hace ahora un año con el Tsunami Democràtic.
Sensación de fracaso
Ahora son menos exaltados y más conservadores. Aquello del todo por la patria, que ha estado vigente hasta ahora, ya no sirve. Esta misma facción acusa a los organizadores de "exponer a la gente" y les recrimina que "Queda mucho por hacer y mucho por aprender".
Otra facción, la del grupo Acabem la Partida, ha lamentado que "hoy ha sido una ratonera, nosotros de momento nos retiramos hasta que no veamos algo claro. Teníamos una oportunidad y la hemos perdido". Y es que con cuatro tiestos desparramados por las aceras no van a poner en marcha ninguna revolución. Y menos en los tiempos que corren.
Sensación de fracaso. Se saben inofensivos y sin respaldos. Su guerra está perdida y ellos son los primeros que lo ven. El sector duro del independentismo se ablanda y ya no es capaz de apretar. Y la gente se ha cansado de jugar a sus guerrillas. El virus está bajo control. Este sí.