Su mama humana se ha muerto y no puede faltar a su velatorio. Lo dejan entrar y va directamente al ataud.
Llora mientras mira, a la que antes, era su ser más querido. Lo cuidaba, lo alimentaba y lo queria. Han pasado muchos años juntos y la va a echar en falta.
Unas imágenes que sin duda llegan a los corazones de todos cuando el pitbull se pone a dos patas con la cabeza apoyada en el ataúd mirando a la que había sido su compañera de vida.
Nuestras mascotas son un miembro más de nuestra familia y a veces, mejor que nuestra familia humana.