Carolina Darias es una de las figuras políticas del Gobierno de Pedro Sánchez que más años llevan en la política española. Su carrera, siempre ligada al puesto de funcionaria, no ha estado llena de luces, cosa que demuestra en su nuevo cargo, donde a pesar de tener que servir a los españoles, se pliega de igual modo que el presidente a las exigencias de los independentistas y demás aliados políticos de cuestionable catadura moral gracias a los que Sánchez ha llegado a La Moncloa.
Darias lleva toda su vida viviendo gracias a un sueldo público, por lo que sus incursiones como trabajadora en el sector privado son prácticamente nulas. De hecho, no ha trabajado jamás fuera un cargo público. La hoy ministra de Sanidad ya estaba en el radar de Sánchez antes de su nombramiento como miembro del gabinete de Gobierno debido a sus actuaciones en la comunidad canaria, que no dejaron precisamente contentas a las autoridades de las islas.
Carolina Darias, de origen canario, descubrió que lo suyo era estar en el funcionariado público, por lo que, después de completar su formación universitaria, logró un puesto en la subdelegación del Gobierno en las islas. En aquella época, Darias todavía tenía toda la carrera política por delante, por lo que nadie estaba ni a su favor ni en su contra. Sin embargo, la joven subdelegada pronto cambiaría aquello. Dentro de sus responsablidades políticas, promovió y supervisó la instalación y creación de un sistema de detección de embarcaciones en el océano Atlántico, llamado Sistema Integrado de Vigilancia Exterior, conocido por sus siglas como SIVE.
Aunque este conjunto bien colocado de radares podría parecer una gran medida para las fuerzas del orden de las islas Canarias, que constantemente deben sufrir la llegada de embarcaciones ilegales a sus costas, en realidad el SIVE era una auténtica manzana envenenada. Mientras Carolina Darias cobrara su sueldo como responsable de la subdelegación del Gobierno, los agentes de la Guardia Civil destinados al control y monitorización de los radares del SIVE apenas tenían lo mínimo necesario como para que se cumplieran las regulaciones laborales: en el edificio no había baños ni sala de descanso.
Las restricciones impuestas por Darias, que impedía descansar ni hacer turnos a los agentes de la Benemérita, terminaron por provocar el estallido del conflicto, que se convirtió en público desde entonces. Como respuesta, las autoridades permitieron que Darias siguiera llenándose los bolsillos a costa de los españoles y dejando a la actual ministra de Sanidad que insistiera con su pérfida idea del SIVE, un lugar en el que absolutamente nadie quería trabajar, desde la delegación del Gobierno en un ascenso que incendió a la opinión pública del momento.
Su posterior avance en política se produjo en las filas del PSOE, partido con el que intentó ser candidata a la presidencia de las islas Canarias. Sin embargo, su fracaso en este proyecto no fue impedimento para que Carolina Darias prolongara su adquisición de dinero público: hasta su nombramiento como ministra de Política Territorial y Función Pública, la socialista ha pasado por la presidencia del Parlamento canario, la portavocía del PSOE en el Cabildo de Gran Canaria y la consejería del Gobierno regional, donde sirvió como edil responsable de Economía.
Su renuncia a la consejería canaria y posterior salto a La Moncloa aumentan todavía más los honorarios públicos de Carolina Darias, que ha logrado amasar una auténtica fortuna durante todos estos años de carrera en el funcionariado español, con resultados más que óptimos para su bolsillo pero un balance realmente desolador y pésimo para el resto de los españoles, que no se han visto afectados por la inacción e irresponsabilidad de Darias como servidora pública.