La reina Sofía tiene un pasado desconocido que está directamente relacionado con el mundo del deporte y que ya pocos recuerdan. Las nuevas generaciones no tuvieron la oportunidad de ver a la entonces princesa de Grecia y Dinamarca participar en unos Juegos Olímpicos representando a su país.
Por todos es sabido que doña Sofía nació en Grecia y que se convirtió en reina de España al casarse con Juan Carlos I. Ambos comparten la afición del deporte y, concretamente, por aquellos que están relacionados con los barcos y el mar. De hecho, ambos han competido en disciplinas de este tipo.
En el año 1960, doña Sofía formó parte del equipo olímpico griego de vela. Intensificaron sus entrenamientos y sus participaciones en las competiciones internacionales… para prepararse, clasificarse y competir en agosto-septiembre de 1960 en Nápoles, sede de las pruebas olímpicas.
El equipo griego de vela (categoría Dragón) lo formaron cuatro deportistas: el príncipe Constantino —timonel—, Odysseus Eskidioglou, Geogios Zaimis y la princesa Sofía, que se incorporó como suplente. Sin embargo, ella no quería ser suplente y comenzó a prepararse de forma activa para cambiar su rol y estar en Nápoles.
Por esa razón, Sofía se encontraba en el Nereus en febrero de 1960, durante una competición que se celebraba en el Mar de Norte. Era una mañana gris, muy fría. De repente, el barco giró inesperadamente. La princesa Sofía se desequilibró, sufrió un fuerte golpe en la cabeza y cayó al agua. Su hermano Constantino y Odysseus se lanzaron de inmediato y pudieron rescatarla sin demasiados problemas. Sin embargo, desde entonces, Sofía aceptó el rol secundario.
Ciertamente, la participación del equipo griego de vela, en la categoría Dragón, fue todo un acontecimiento. En Grecia y fuera de Grecia. El Nereus se alzó con el oro olímpico y la alegría fue máxima en todo el país. Doña Sofía, debido a su condición de suplente, no participó pero si que formó parte del equipo que se proclamó campeón.
Doña Sofía disfrutó mucho el oro olímpico
"De las emociones que yo había vivido hasta ese momento, esa fue la más excitante. Mis padres se abrazaron, riendo y llorando. Yo exultaba (…) Oír el himno nacional de Grecia con todo el estadio en silencio, y mi hermano en el podio con su medalla de oro… Para Grecia era importantísimo. No olvidaré la llegada a Atenas: había cinco filas de personas en cada arcén, desde el aeropuerto hasta el monumento al soldado desconocido, en el centro de la ciudad", explicó tiempo después doña Sofía a Pilar Urbano.
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"Toda Atenas llena de gente. Se habían echado a la calle. Había un orgullo nacional colectivo maravilloso y emocionante. Era la primera medalla de oro que se ganaba en las Olimpiadas, desde antes de la I Guerra Mundial. Y el pueblo valoraba que el vencedor fuese un príncipe griego, y trajese el oro para la patria olímpica", sentenció.