La popular y controvertida profesional de radio y televisión Encarna Sánchez dio hace años a una conocida revista una exclusiva anunciando que se retiraba del trabajo que durante tantos años venía ejerciendo, y que se marchaba de España, “al menos por un tiempo”. Decía que iba a establecer su nueva residencia en Nueva York, también decía no estar cansada, simplemente que ya no le interesaba la profesión.
La ejecutoria radiofónica de Encarna Sánchez cubrió con la máxima audiencia casi todas las franjas horarias convirtiéndose siempre en uno de los más escuchados. Su incursión en la televisión con ‘Y ahora Encarna’ en Antena3 Televisión, levantó irritadas polémicas. Fue una manera distinta de hacer televisión y encontró a más de cuatro que le dedicaron críticas severas. Sobre todo, por su manera de introducir la publicidad en su espacio de los martes por la noche. Fueron trece programas, con la gabardina al hombro dijo adiós por el foro y aquí paz y después gloria.
¿Tuvo que cortar la serie de programas en Antena3 Televisión o hizo lo que quería hacer? Esa fue la pregunta que le hicieron en su momento y ella respondió: “Hice lo que quería, doce más uno”. Cuando el canal le pidió que fuera pensando en una segunda parte les dijo que ésa era su tarjeta de visita y que ni uno más. De nuevo y conociendo a Encarna, mentía, su ego jamás le permitió reconocer sus errores, que fueron muchos a lo largo de su vida.
Debemos apuntar y disparar sobre el verdadero problema que nos ocupa… una entrevista de la que se le preguntó en su día ¿Volvería hacer una entrevista a un personaje o tema de los que sacó en sus programas, vistas las consecuencias? ¿O no los hubiera sacado? Esta pregunta tenía un objetivo y a un personaje, Ricardo Portabales. Incluso Portabales lo volvería a repetir cinco veces “porque el tema de las drogas es un tema en el que estamos comprometidos”: “Cada día vienen a verme a la emisora muchas madres de hijos que han muerto la madrugada anterior en una esquina. Me ha costado caro ir de independiente y de valiente y sobre todo demostrar que cuando en los temas serios nos la jugamos no hay ni amistades ni lealtades; hay veracidad”.
Ella reconoció en esos momentos que en el camino de sus trece programas televisivos no había dejado atrás amigos, solo eran compañeros de oficio. E incluso reconoció que uno de esos compañeros de oficio le recomendó e intentó convencerla de que no llevara a Portabales: “La noche anterior alguien me habló para que yo reflexionara sobre el personaje que iba a entrevistar, puesto que desde su criterio no era el personaje idóneo para ser entrevistado por mí porque era un delincuente y un sinvergüenza. Yo le contesté que ese delincuente sinvergüenza tenía cosas que decir y que no estaba él solo metido hasta el cuello en esa historia; que había muchos otros nombres que tenían que salir a la luz”.
Lo que Encarna no sabía por entonces, que este ‘señor’ ha contado historias para no dormir, ha contado una ‘historia’ que no tiene que ver con la realidad y doy fe de ello porque Ricardo Portabales Jr. me encargó realizara una obra sobre su vida, basada en un diario de su padre. Cuando empecé a contrastar su versión comprobé que todo era pura ficción…
“Me voy de la profesión. Me voy harta de carroñeros, mediocres y vendidos”, repetía una y otra vez. “No me gusta cómo está mi oficio, no me gusta la carencia de lealtades, no me gusta la falta de integridad de la gente… No me gusta cómo está todo a mi alrededor, está todo muy enmierdado, muy corrompido, muy sucio, está todo muy vendido, está todo muy hipotecado y yo no quiero pagar el precio tan alto que me obligan a pagar por ir de independiente. Aquí eso se paga muy caro. Estoy rodeada de hombres en una cadena de hombres y eso pesa mucho, hay que pagar un alto peaje y si estas por encima de ellos aún más”.
Encarna Sánchez contó la verdad sobre su retirada a Interviú
Encarna llegó a pagar para que la dejaran en paz, para que no hablaran de ella y lo dejó claro en una entrevista que le realizaron en la revista Interviú: “No puedo dar nombres porque es indemostrable. Era dinero sin recibo. Cuando dejé de pagar ya se vio lo que apareció en un semanario de información general; una calumnia contra mi persona, le puse una demanda a Jesús Mariñas, por difamación y calumnias en el semanario Época, no llegué a leer el artículo. Simplemente mis abogados, que son los mismos que llevaron el caso de Alberto Cortina y Marta Chávarri ganaron el juicio y me dijeron que no debía leerlo por higiene mental, y es lo que hice. Deposité mi confianza en ellos y actuaron”.
Hay quienes dicen que Encarna Sánchez se enfadó cuando se publicaba que su programa de televisión había sido un rotundo fracaso y que el índice de audiencia era muy bajo. Ella jamás lo aceptó, decía que cada mañana se levantaba, se daba un beso, se bendecía y se decía a sí misma: “Enhorabuena muchacha, porque cogiste la noche en una audiencia de tres y la has dejado en veinte, y también deberían estos charlatanes envidiosos medir el índice de publicidad, en cualquiera de mis programas el precio que se pagaba; un precio inusual de alto, porque yo exigí que así fuera”.
“He ganado mucho dinero, he de reconocerlo, pero esa no es la causa de mi intención de retirarme. No estoy cansada. Yo podría hacer perfectamente dos horas diarias de televisión y seis de radio, y, encima, escribir dos columnas. Yo no estoy cansada, ni física ni psíquicamente, lo que ocurre es que no me interesa esta profesión. Ahora que se ocupen de otra”.
“Aclaro que no estoy dolida, por si alguno así lo entiende, hay algo que no termino de entender. Yo pensaba que el ser humano en cualquier oficio era químicamente puro y que hay algunos principios básicos inviolables. He visto que hay muchas formas de matar, muchas formas de hacer terrorismo y con la pluma también se hace. Insultando y descalificando también nos convertimos en terroristas”.
A Encarna se le acusó de unas declaraciones en su programa atacando a la profesión periodística y eso muchos no se lo perdonaron. Ella quiso aclarar el malentendido diciendo: “Yo no ataqué jamás a nadie de la profesión; yo lo que dije que ese día iba a dedicar mi programa a combatir algo que repudio; el chisme. El que se crea chismoso que se dé por aludido. A mí en periodismo no me gusta el chisme, me gusta la información veraz hasta en la noticia frívola. Uno no maneja una tribuna como quien tiene en las manos una ametralladora, tiene que medir lo que escribe y sobre quién escribe. Hay quienes descargan en sus secciones el odio, la envidia, el complejo de inferioridad, todo”.
Ella persiste en marcharse de España y matiza: “Quiero decir sin ninguna vanidad, pero asimismo sin pudor alguno; van a pasar muchos años antes de que en esta profesión vuelva a nacer una Encarna Sánchez… (…). Creo que tenemos que crear un tribunal de honor, porque, si hay lagunas jurídicas, nosotros mismos tenemos que sentarnos como gente de bien y decir; fulano o mengano es un impresentable y no puede estar en este oficio. Y nosotros mismos tenemos que echarlos. Pero ¿quién se va a atrever a echarlos si los directores les contratan?”.
Campaña de El Mundo contra Encarna Sánchez
“Yo no he hecho daño a nadie. Despierto odio en algunos medios de comunicación por mi independencia, porque jamás he doblado la cabeza ante nadie, porque no intento contemporizar con nadie, porque no sonrío a nadie si no me apetece, porque dejo en la puerta de mi despacho a quien me parece si no me gusta. Eso, como es inusual, a lo mejor crea una especie de repulsa hacía mí, pero yo no creo haber sembrado nunca enemistad ni odio. Tuve por norma no hablar mal jamás de ningún compañero y cuando se inició un periódico yo era la primera que me abanderaba para que tuviera éxito. Así cuando Pedro J. Ramirez tuvo que abandonar Diario 16, la primera entrevista de calor, reconocimiento y apoyo se la hizo Encarna Sánchez, diciendo que era una tremenda injusticia que, por defender la independencia, le echaran de un diario. Y, cuando inauguró el periódico El Mundo, la primera que le dio su apoyo entrevistándole también, fui yo, como yo también he estado meses haciendo comentarios sobre su diario para potenciarlo desinteresadamente. Por eso me sorprende que sea precisamente El Mundo, que al menos me debe reconocimiento y gratitud, el que desde mi óptica, no sé si estoy en la verdad, inicie una especie de campaña orquestada contra mi persona. No es normal que de un programa de televisión se hable todos los días mal, cuando hay tantos temas importantes que tocar”.
“Y quiero dejar muy claro que esto no es una rendición, en absoluto. Mi salida del último programa de televisión denota, para quienes tengan sensibilidad, mi actitud; esa seguridad, esa firmeza, esa indiferencia hacia todos y hacia todo, ese coger mi gabardina y marcharme, era un ejemplo claro de la mujer independiente, libre y sola que soy. Sola entré y sola salí. Yo no pertenezco a camarillas ni a grupos de poder ni de un lado ni de otro. Yo no me acerco a políticos para hacerme la foto, yo no pertenezco a las mafias, yo soy libre. Muchos se van a alegrar de mi marcha, pero deberían llorar si son hijos de buena madre. Si les queda un ápice de bondad, si les queda una letra sólo del carnet de identidad que les defina como seres humanos, se tendrán que meter contra una pared”.
“Nadie me echa, me voy y me voy porque quiero, algunos me preguntan si voy a poder vivir sin hacer radio y televisión, que es lo que he hecho toda mi vida, y yo les respondo: ¿Es que yo he venido a este mundo para hacer solo radio y televisión como si fuera lo único importante? ¿Es que para lo único que Dios me ha puesto en el mundo es para hablar por la radio o la televisión? ¡Qué ser tan pequeño sería yo! Creo que hay muchas cosas que decir, que descubrir y que compartir. Tengo muchos libros sin leer, muchas gentes y culturas por conocer, mucho que viajar… Y sentarme un día en un banco de un parque a meditar. Y puedo escribir, y vender calcetines, yo que sé”.