Hace tiempo que el independentismo ha perdido fuerza y cuenta sus pasos por fracasos.
Lo único destacable de la última Diada (11 de septiembre) fue que asistieron 400.000 independentistas menos que en 2018.
Cuatro violentos y poco más
Tras la sentencia del ‘procés’, los violentos indepes incendiaron Cataluña, pero las manifestaciones duraron lo que dura un telediario.
La convocatoria del mal llamado ‘Tsunami Democràtic’ y la ANC para boicotear el Clásico del Camp Nou fue ridícula y no logró ninguno de sus objetivos. (El zasca al independentismo que resuena en toda Cataluña)
A día de hoy, lo máximo que consiguen el activista Quim Torra y sus secuaces es tener cada noche a cuarenta descerebrados cortando el tráfico en la Meridiana de Barcelona.
Ni rastro del ‘Tsunami Democràtic’, que todo indica que ha desaparecido.
Cierra otra sede de la ANC
Y ahora hemos tenido la feliz noticia de que la Assamblea Nacional de Catalunya (ANC), dirigida por la radical separatista Elisenda Paluzie, se ha visto obligada a cerrar su sede en Olesa (Barcelona).
No es la primera sede de la ANC que tiene que cerrar, ni será la última.
El independentismo está en horas bajas y prácticamente se limita a la violencia y a la desobediencia civil de unos pocos radicalizados y marginados.