Manuela Carmena ha sido uno de los nombres más fugaces de la política española, apenas recordada hoy en día en las grandes noticias y movimientos de la política actual, que ha evolucionado sensiblemente desde la restauración efectiva de la democracia en 1978. La exalcaldesa de Madrid siempre se ha empeñado en ocultar una parte oscura de su pasado, pero esta finalmente ha salido a la luz, a pesar de que ella siempre lo niega.
Sus negativas a ser vinculada con el Partido Comunista son lógicas y naturales, pero las informaciones que unen a la jueza y exalcaldesa de Madrid con esta corriente política son totalmente ciertas. La razón de su inscripción en este partido, en su época de juventud, es la larga tradición comunista que impera en su familia, y que tomó especial relevancia en los tiempos de la guerra civil.
"Tranquilos, no soy comunista. No lo fui nunca". Estas declaraciones quedan totalmente desmentidas gracias a la prensa de finales de los años setenta, en la que Carmena aparece sensiblemente más joven y bajo las siglas del Partido Comunista Español. En concreto, en 1977 fue la número 23 de la lista que intentaba luchar por hacerse con el control de la ciudad de Madrid, en el periodo de elecciones generalizado que vivieron los españoles antes de la aprobación de la actual Carta Magna.
Finalmente, se ha visto obligada a admitir su ingreso en esta formación, a pesar de que siempre se ha defendido diciendo que le dan "mucho miedo las ideologías" pero le gustan "las ideas, debatirlas, repensarlas, hablarlas". Esta situación, posible en cualquier partido político de aquel entonces, pareció llevar a Carmena al Partido Comunista, donde permaneció durante más de quince años como afiliada y miembro cercano.
Ingresó en esta formación política en 1965, cuando todavía los partidos políticos estaban prohibidos, especialmente el Partido Comunista. Durante ese tiempo, Carmena fue uno de los miembros más involucrados en el mantenimiento y crecimiento de la formación, por lo que se vio obligada a pasar mucho tiempo en las cárceles franquistas situadas en las instalaciones policiales de Sol, las más duras de la dictadura.
Sus variadas detenciones en la última etapa del franquismo no la desanimaron y continuó luchado por hacerse un hueco en la política bajo las siglas comunistas, como el ya citado experimento de 1977 donde concurrió como número 23 en la lista por Madrid. Su actual marido, Eduardo Leira, también ha hecho carrera política en el Partido Comunista.
La llegada del año 1981 supuso la llegada de una grave crisis de militancia para el Partido Comunista, que se veía obligado a perder la afiliación de Manuela Carmena y su marido. Estos quince años arropada bajo el paraguas comunista son una mancha en el bagaje político de la exalcaldesa, que intenta deshacerse de todo rastro de influencia y pasado comunista de su relato oficial a pesar de la tradición comunista de su familia para evitar ser relacionada con esta ideología, algo que a ella sigue sin gustarle hoy por hoy. Dice que prefiere las ideas.