Premisas como el "España nos roba" o "Gobierno español opresor" son constantes tanto en las manifestaciones como en los discursos políticos de los movimientos independentistas catalanes, habiéndose convertido en el lema principal de los actos radicales en la autonomía catalana durante los últimos años.
Palabras que ahora han sido negadas públicamente por la consejera de Presidencia de la Generalitat, Laura Vilagrà, que ha negado así en el Parlament celebrado esta semna que Cataluña odie a España, respondiendo a una crítica realizada desde la bancada de Ciudadanos.
"Cataluña no odia a España, de ninguna manera" ha asegurado la consejera "Nosotros queremos construir un mejor país para todos". Eso sí, un país dividido en dos, queriendo "que España sea nuestro mejor vecino; queremos tener una relación de tú a tú, de país a país".
Sánchez, acorralado: otra batalla perdida antes de ceder al referéndum
De esta manera, la representante del Govern ha asegurado que no existe un "conflicto de convivencia" entre catalanes, únicamente de "legitimidad" de la independencia catalana, siendo los españoles los que han incentivado el odio entre ciudadanos.
"En todo caso, el discurso de odio lo ha practicado quien ha deshumanizado a los presos y las presas políticas, los exiliados y exiliadas represaliados [...] porque deshhumanizar es justificar la represión" ha criticado en la Cámara catalana.
La hemeroteca vuelve a jugarles una mala pasada
A pesar del convencimiento con el que Vilagrà ha defendido la posición de Cataluña frente a España, la hemeroteca de los últimos años desmiente la intencionalidad de las manifestaciones de los secesionistas sobre el Estado español.
"Nuestro adversario es el Estado español. Debemos tenerlo muy claro" aseguraba la ex presidenta del Parlament en 2014, Carme Forcadel; tres años más tarde, Puigdemont aseguraba en su cuenta de Twitter que los españoles eran "fascistas herederos del movimiento".
Puigdemont se queda solo: sin sitio frente a Sánchez, y sin dinero para el Tribunal de Cuentas
Tal es el odio que los independentistas profesan a España, que ni las decenas de muertos que se contabilizaban en marzo del pasado año eran suficientes para acallar las palabras de Clara Ponsatí: "De Madrid al cielo" escribía, jocosa, la fugada de Waterloo, ante los fallecimientos por la pandemia en la capital española.
"España es paro y muerte, Cataluña es vida y futuro" escribía poco después Joan Canadell, presidente de la Cámara de Comercio de Barcelona, negándose a retractarse de sus palabras.