Andrés Escobar, zaguero zurdo de la selección Colombia, se marcó un gol en propia puerta en el Mundial de 1994 ante Estados Unidos. El encuentro terminó 2-1 a favor los americanos y los cafeteros quedaron eliminados.
Diez días después de aquel autogol, Andrés Escobar fue brutalmente asesinado en el estacionamiento de la discoteca El Indio, en la vía Las Palmas, en Medellín. Le dispararon en seis ocasiones en el pulmón, el estómago, el cuello y el antebrazo izquierdo.
A partir de ese momento florecieron las especulaciones y se habló de que una mafia lo había asesinado tras perder mucho dinero en las apuestas con su autogol, que fueron los narcotraficantes lo que acabaron con su vida y hasta que su muerte nada tuvo que ver con el fútbol.
Lo cierto es que el defensa colombiano, que en el momento del ataque tenía 27 años, murió por haberse marcado un gol en contra en un país dominado por los carteles y una sociedad inmersa en la más profunda violencia.
"La vida no acaba aquí"
Horas después de acabar el encuentro ante Estados Unidos, con Colombia eliminada tras un decepcionante Mundial, Andrés Escobar dijo a sus familiares más cercanos desde el lobby del hotel Marriot de Fullerton que "la vida no acaba aquí".
Días más tarde, el jugador firmó una columna en el diario El Tiempo con el mismo título para hablar del autogol y de que no es el fin del mundo. Sin embargo, para el futbolista colombiano si que acabó la vida en ese momento.
El 2 de julio de 1994, Andrés Escobar fue disparado hasta en seis ocasiones. Los servicios sanitarios no pudieron hacer nada por salvar la vida del futbolista colombiano, que fue asesinado por marcarse un gol en propia.