Miguel Ángel Aguilar ha sido uno de los principales puntales mediáticos del PSOE en las últimas cuatro décadas gracias a sus acertadas crónicas firmadas en El País y a sus maldicientes comentarios realizados en los micrófonos de la SER.
Pero Aguilar, fuera de El País desde que Cebrián lo echase en octubre del 18 por criticar al periódico en The New York Times, parece divorciado de Ferraz en los últimos tiempos.
En sus columnas, firmadas ahora en Voz Pópuli, reluce su distancia sentimental con el PSOE.
Ambición
Unos días antes de la investidura de Sánchez, Aguilar no se cortaba: "Los partidos políticos son organizaciones que buscan alcanzar el poder. Sin esa orientación magnética, sin brújula, tienden a desintegrarse. Cuestión diferente es que hagan renuncia completa a la moral de la convicción, es decir de los principios, y que entiendan que sólo en el poder podrán gozar del botín incomparable que depara la victoria".
"El embrutecimiento a que conduce la insoportable agenda de los políticos y de ahí que, para aventurarse por esa vereda, sea imprescindible poseer una dosis excepcional de ambición. Los partidos se fijan bien en esa cualidad, o perversión, antes de decidir sobre el encumbramiento de sus líderes. Por eso, también se abstienen de pedirles cuentas de sus contradicciones y les conceden indulgencia plenaria, dándolas por bienvenidas siempre que al final amanezca el éxito convertido en cemento adhesivo de unión".
Unos días después Aguilar denunciaba que Sánchez tenía que tragar ante los ataques de ERC para asegurarse su renovación en el cargo: "Pedro Sánchez, subía una y otra vez a la tribuna para agradecer a los provocadores sus agravios como si fueran elogios, sabedor de que sin su favor la investidura sería imposible. Nadie le recordó que el 2 de junio de 2018 hizo promesa por su conciencia y honor de cumplir fielmente con las obligaciones del cargo de presidente del Gobierno, con lealtad al Rey, y guardar y hacer guardar la Constitución como norma fundamental del Estado".