El cruel final de Rafael, enfermo de ELA: "Ni siquiera me puedo tirar por la ventana"

Rafael García tiene una enfermedad incurable, no se puede mover y ha estado a punto de morir ahogado con sus flemas; habla de "pánico" y pide que se legalice la eutanasia

31 de Marzo de 2019
El cruel final de Rafael, enfermo de ELA: "Ni siquiera me puedo tirar por la ventana"
El cruel final de Rafael, enfermo de ELA: "Ni siquiera me puedo tirar por la ventana"

Rafael García tiene 68 años y vive en Leganés. Por suerte para él, tiene a su lado una gran familia: su esposa, 4 hijos y 7 nietos.

Pero tiene muy poca vida por delante, lo que invita a pensar que cualquier día de estos amanezca sin vida. Lo que sí tiene claro el protagonista de esta historia es que le hubiera gustado morir de otra forma, sobre todo, sin sufrimiento ni angustia.

Habría preferido morirse para no verse en el estado de deterioro que se ha visto y también le daba mucho reparo que los suyos lo vieran en su estado. (¡¡Pedro Sánchez pretende poner sobre la mesa el "derecho a la eutanasia"!!).

A Rafael también le habría gustado despedirse de los suyos cara a cara sin tardar más de dos minutos en decir la siguiente frase. Una frase que cuesta de entender, que llega acompañada de espamos y con largas pausas intermedias

"Antes llevaba al colegio al pequeño... hablaba con los nietos, me daba un paseo... Ahora ya no puedo ni andar ni nada... Hace tres meses iba al baño o me sonaba los mocos solo. Ahora no puedo... He llegado a lo último. Adonde yo no quería llegar... Y así no puede ser".

La vida de Rafael

Rafael nació en Los Santos de Maimona (Badajoz) en 1950, y se vino del pueblo a los 18 años. Por su agotada mente corren muchas imágenes: esas en blanco y negro con los compañeros de la mili, el día que se casó con Encarna en el 74, los días en el campo con el Simca 1200 blanco al fondo, la barbacoa con los hijos en el cámping.

Era el que hacía los chistes, el bailón, un padre entregado y que hacía barquitos de vela, el abuelo que jugaba con el nieto de camino al colegio.

Todo aquello que conservaba antes de la Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA) y antes de que -quién se lo iba a decir a él- saliese en la prensa pidiendo la eutanasia.

El protagonista de nuestra historia fue empeorando con el paso del tiempo: adelgazó 10 kilos en seis meses, había perdido el gusto y el olfato. (¡¡La Policía detiene a dos ancianos por el atraco a dos bancos en Barcelona!!).

La eutanasia, ¿Sí o no?

Rafael lo único que quería era descansar en paz, sin tener que pensar en toser para no ahogarse con la mucosidad ni tener que pensar en el malestar de su familia al verlo en ese estado.

En una carta que envió al medio 'Leganews', García escribió: "Hablar de la eutanasia parece que para algunos es hablar de delito, de derrota, de fracaso... Yo les diría que vengan un día conmigo y que sepan cómo se vive el día a día y luego hablamos". 

A Rafa le hubiera gustado morir en paz, porque cuando uno deja de tener autonomía y depende completamente de los demás se replantea muchas cosas.

A nadie le gusta la muerte, pero cuando una persona la pide es porque realmente su día a día es un auténtico calvario. Por lo tanto, la eutanasia debería ser un derecho del ser humano. (Así estafan a los ancianos vía telefónica).

¿A que todos tenemos derecho a la vida? Pues también deberíamos tener el derecho de, al menos, tener una muerte digna y en paz.