Por muy próximo al pueblo llano que quiera parecer Pablo Iglesias, una nube de asesores guían sus pasos. Y él obedece. La última consigna que ha recibido pasa por suavizar su imagen dejando la coleta para pasarse a un moño "más aseado".
Las barbas, la coleta, las greñas... Pablo Iglesias ofrece una imagen desaliñada que puede ser bien recibida entre su público más progre, pero que despierta desconfianza entre la mayoría del electorado, como así han confirmado los últimos resultados en las urnas.
Ahora se le ve más limpio
Los asesores le han exigido a Pablo Iglesias que cambie su imagen y que aparezca más limpio. La renovación de Podemos en busca del voto perdido pasa por el cambio de imagen de su líder, que debe inspirar confianza entre los votantes. Y el cambio ya está aquí.
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Iglesias ha aparecido con un moño y dos pendientes. Ni rastro de la coleta en sus primeras apariciones públicas tras el parón veraniego. Todo está estudiado. La chaqueta azul es sinónimo de seguridad. La camisa blanca, de limpieza. Y el moño tipo samurai sustituyendo a la coleta, le aporta seriedad.
El propio Iglesias escribió este verano: “Entre la ola de calor y que mis hijos me tiran del pelo... tocaba nuevo look”. Era el anuncio del cambio que llegaría en septiembre traducido en un look casual, pero muy estudiado.
Iglesias tiene al personal distraído con su imagen
El humilde Iglesias asumió el coste que iba a suponerle tomar posesión del casoplón de Galapagar. Y en esa misma dirección va su cambio de imagen. Iglesias ya no es humilde, ahora es vicepresidente, y por tanto miembro de la casta, ha evolucionado y su imagen debe estar de acuerdo con su nuevo estatus.
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Otras voces sostienen que el cambio de imagen no es más que una estrategia para que los medios y la gente se fije en eso y no en otros detalles escabrosos de su vida que en los últimos días son de rabiosa actualidad.
Lo que parece seguro es que Pablo Iglesias afrontará la negociación de los presupuestos con una imagen más aseada y más acorde con lo que los españoles esperan de un político que debe decidir su futuro. Aunque eso suponga romper con sus raíces y sus principios progres.