Los principales líderes de los partidos independentistas catalanes, como Laura Borràs o Carles Puigdemont, aseguran que el movimiento catalanista, a pesar de sus premisas secesionistas, son movimientos "pacíficos" y "democráticos".
Palabras que se han visto desmentidas en la multitud de actos vandálicos y destructivos de los independentistas en las calles catalanas, liderados por los radicales CDR, que no sólo han provocado el incendio de diverso mobiliario urbano, sino que también han destrozado y saqueado comercios privados, cortado diferentes vías, públicas e incluso paralizado el aeropuerto barcelonés de 'El Prat'.
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Todo ello, mientras se enfrentaban a los agentes de las distintas fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, demostrando cada vez más profesionalización en estos violentos encuentros gracias a manuales como el 'Black Bloc' enviado por los líderes radicales a sus miembros para aprender a evitar ser identificados, así como fabricar escudos o cócteles molotov.
Una violencia y radicalismo que han llevado a los fanáticos independentistas, incluso, a jugar con el terrorismo más brutal, formando el conocido grupo de 'Terra Lliure', con los miembros más extremistas de las asociaciones radicales, que cuentan con el silencio de las instituciones públicas catalanas para hacer su voluntad y sembrar el terror en Cataluña sin cortapisas alguno.
Silencio en Sarrià de Ter
Así ha sucedido en la conocida localidad de Sarrià de Ter donde estos radicales extremistas han querido celebrar el cuarto aniversario del 1 de octubre con la colocación de una pancarta a favor de Terra Lliure al lado del ayuntamiento.
Una señal inconstitucional y representativa de la violencia más extrema que, sin embargo, no ha sido retirada por el organismo público, así como que tampoco ha sido eliminada por agentes policiales o el servicio de limpieza de la localidad.
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Mantenimiento de la consigna radical que desde el Ayuntamiento, pro-independentismo, han explicado con evasivas, asegurando que la pancarta no se encuentra situada en la fachada del edificio público y que, por tanto, no es responsabilidad del ayuntamiento proceder a retirarla; actitud de dejadez que supone un nuevo guiño de las instituciones hacia los radicales de Terra Lliure, que disfrutan de su presencia ante el Ayuntamiento sin oposición alguna.