El 12 de diciembre de 2004, el Real Madrid se enfrentó a la Real Sociedad en el estadio Santiago Bernabéu. En el minuto 88, con 1-1 en el marcador, el colegiado Vicente José Lizondo Cortés acudió a la llamada del cuarto árbitro, Roberto Carlos Jallas Amigo y suspendió el encuentro.
Una llamada de ETA al diario Gara anunciaba que a las 21:00 horas, pocos minutos después del fin del partido, iba a estallar un artefacto en el estadio Santiago Bernabéu. El colegiado evitó dar explicaciones a los futbolistas, que no paraban de preguntarle.
"A mí me dijeron el motivo, pero no se lo transmití a los jugadores. Tenían familiares en el campo y la situación se podía haber complicado y trasladarse a toda la grada, y eso era lo que no quería nadie. Les dije que teníamos que irnos y ellos no paraban de preguntarme", explicó Lizondo Cortés al Marca.
La megafonía del Santiago Bernabéu solicitó a los 70.000 espectadores que acudieron al encuentro que desalojaran el estadio de forma ordenada y ejemplar. Se habilitó el acceso al terreno de juego para facilitar la evacuación de los hinchas que estaban en la grada baja.
Según fuentes policiales, el estadio Santiago Bernabéu quedó completamente vacío en ocho minutos sin registarse ningún incidente. Los propios jugadores tuvieron que abandonar el estadio y esperar en Concha Espina a que les dejasen entrar.
Los artificieros de la Policía Nacional inspeccionaron las instalaciones y rastrearon con perros todas las zonas del estadio en busca del artefacto. Finalmente, todo quedó en una falsa alarma y a las 21:15 horas los jugadores volvieron a entrar al estadio para cambiarse.
El 5 de enero de 2005
El 5 de enero de 2005, se jugaron los últimos minutos del Real Madrid-Real Sociedad. Se decidió reanudar en el minuto 84 para que se cumplieran los seis minutos pactados: los dos que quedaban más los cuatro que tenía previsto añadir el colegiado.
A los tres minutos, el árbitro señaló penalti de Labaka sobre Ronaldo Nazario. El francés Zinedine Zidane no falló desde los once metros y desató la locura en el estadio Santiago Bernabéu, que abrió sus puertas a los aficionados para el partido más corto de la historia.