La Guardia Civil tiene su atención puesta en un extraño suceso ocurrido en Villa del Prado, en Madrid. Un hombre de 28 años ha llamado aterrorizado al SUMMA 112 alegando que le había propinado una puñalada a su amigo de manera accidental, provocándole heridas de gravedad. Las primeras investigaciones de la Benemérita apuntan a que esta particular agresión se había producido debido a una prueba de material armamentístico.
El hombre que ha recibido la puñalada portaba un chaleco antibalas y para medir la resistencia del mismo, le pidió a su amigo que le asestara una puñalada en la zona que cubría el chaleco. El experimento no salió bien, aunque la víctima estaba segura de que esta prenda detendría por completo la fuerza que su amigo ejercería para intentar agredirle sin la intención de hacerlo.
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La hipótesis de la víctima resultó no ser cierta, y su amigo le proporcionó una puñalada de más de seis centímetros de profundidad que le ha dejado en estado crítico y le ha provocado la pérdida de mucha sangre. Después de haber sufrido este aparatoso imprevisto, el herido fue llevado hasta el Servicio de Atención Rural de Villa del Pardo, que se vio superado por el caso y tuvo que llamar a una ambulancia para su traslado a la capital.
La víctima fue derivada al Hospital Puerta de Hierro, donde está ingresada con pronóstico grave debido a la puñalada de más de seis centímetros que tiene en el estómago y que fue propinada por su amigo de manera totalmente accidental. A pesar de que no ha habido una denuncia por parte del hombre hospitalizado, quien sigue asegurando que lo sucedido fue un accidente, la Guardia Civil ha iniciado una investigación para averiguar si los dos implicados en este hecho mienten.
La idea de repeler ataques de arma blanca con un chaleco antibalas ya se había probado con anterioridad. Hace un año se dio el ejemplo perfecto por culpa del ataque que sufrió un, por aquel entonces, policía en prácticas: fue atacado con un cuchillo a corta distancia y su protección fue capaz de aguantar el golpe y salvarle la vida.
Mientras el agente en prácticas hacía la ronda por el distrito madrileño de Carabanchel, un joven de 23 años se le acercó e intentó agredirle con un cuchillo. El policía no tenía una pistola táser ni otro método para reducirle sin utilizar su arma de fuego, que llegó a desenfundar con el objetivo de mantener alejado a su agresor, cuyo propósito había sido frustrado gracias al chaleco antibalas que llevaba puesto.
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El incidente tuvo una feliz resolución: el agente en prácticas aguantó hasta la llegada de refuerzos, quienes se encargaron de reducir al agresor y mantenerlo bajo custodia policial. Este ataque fue empleado por parte de los sindicatos policiales para resaltar la lamentable situación en la que deben trabajar muchos agentes, que no tienen los materiales ni el equipo necesario para proteger a los ciudadanos ni para protegerse a sí mismos.