Hace tan solo unas horas, la Reina Letizia salía del confinamiento en el que se había encontrado las pasadas dos semanas, apartada de su familia en Palacio, con el único contacto de una enfermera.
La comunicación con su familia se realizaba a través de llamadas o videollamadas telefónicas y, tal y como confirma el diario Periodista Digital, muchas de ellas terminaban en discusión con su marido, el Rey Felipe VI.
A parecer, según las mismas fuentes, la Reina también habría tenido más que palabras con Doña Sofía, hecho del que fueron testigos vaios empleados de la Zarzuela.
Por su fuera poco, Don Felipe también ha tenido que atravesar uno de los momentos más duros de su vida: tomar la decisión de decretar el Estado de Alarma y, horas después, anunciar su renuncia a la herencia de su padre, al mismo tiempo que le retiraba su sueldo vitalicio.
Pilar Eyre filtra la información de Zarzuela
Según afirman las mismas fuentes del diario citado, personal cercano a Palacio confesaban que la decisión de Don Felipe estuvo precedida por una conversación a gritos entre padre e hijo. Una pelea jamás vista antes en la Familia Real, con consecuencias que tampoco tenían precedentes.
Los cimientos de Zarzuela se tambalearon cuando, gracias a un periódico inglés de renombre y fiabilidad, saltaba la noticia de que Juan Carlos I había recibido la suma de 100 millones de euros en concepto de comisiones, que estarían reservados en una cuenta oculta en Suiza.
Periodista Digital afirma que fue el propio Don Juan Carlos quien pidió audiencia con el actual Rey de España, y parte de esta conversación ha sido filtrada y reproducida a través de Pilar Eyre, la cual afirma que el Rey Emérito habría gritado a su hijo que hiciese un comunicado echándole la culpa, alegando que todo esto lo hacía por la Princesa de Asturias.
Esta misma versión, fuente de la periodista catalana, concluía con un Rey Felipe VI roto, sobrepasado por las emociones que había vivido en una semana espantosa, que terminó hincando los codos en las rodillas, hundiendo la cabeza en las manos y echándose a llorar.