De la inhabilitación a la cárcel hay un paso

Torra decide saltarse la justicia, encabezar la revuelta y no acudir a su propio juicio.

10 de Septiembre de 2019
De la inhabilitación a la cárcel hay un paso
De la inhabilitación a la cárcel hay un paso

Quim Torra ha perdido definitivamente el norte, se ha metido en un callejón sin salida y pretende huir hacia adelante buscando un hueco en los libros de la historia catalana en los que se le recuerde como un  "héroe nacional". 

O cárcel o Waterloo

Su desobediencia a la Junta Electoral Central negándose a retirar los símbolos independentistas de la fachada de la Generalitat le llevan directo a la inhabilitación como político. Pero eso le sabe poco al mártir de la causa secesionista. Necesita otra dosis de locura para convertir su atrevimiento en heroismo. Una nueva vuelta de tuerca, y todo a la vez: despreciando al poder judicial no presentándose a su propio juicio y encabezando la confrontación contra España en la Diada y respondiendo a la sentencia del Supremo, que se prevé condenatoria. (El supremacista Torra monta un show patético por el juicio de los lazos amarillos: ¿De qué vas, pintamonas?)

Y eso le lleva directo a la cárcel... o a una vivienda en Waterloo junto a la de Puigdemont, al margen de la ley y fuera de España. Lo está buscando y lo va a encontrar. Lo peor es que sus desvaríos juegan con fuego y lo pueden pagar todos los catalanes con una nueva aplicación del artículo 155 que ya han pedido Ciudadanos y el PP. 

"Plantarse ante un estado autoritario y represivo"

No hace falta ser adivino para interpretar en la hoja de ruta de Torra su voluntad de repetir el golpe de estado de 2017. Ni la Sanidad, ni la Enseñanza, ni las Infraestructuras... A Torra sólo le interesa repetir el golpe de estado, llevar la fractura de la sociedad catalana al límite e invitar a las fuerzas de seguridad a que vuelvan a intervenir a Cataluña para poder montar un nuevo escándalo. Y es que el primero se lo perdió.

Da la sensación de que Torra pide a gritos que le metan en la cárcel. Es como si lo necesitara para ponerse al nivel de los presos juzgados y los cobardes fugados. También él, tan amante de los libros, necesita su papel en esta representación para que las generaciones venideras le recuerden con entusiasmo. O al menos eso es lo que él cree.

En una entrevista concedida al diario El PuntAvui ya ha dejado claro que no irá al juicio asumiendo su inhabilitación a través del victimismo que caracteriza al movimiento separatista catalán:  "Ahora está juzgando la justicia española y todos sabemos qué persigue: terminar de dar el estacazo definitivo al movimiento independentista catalán y a mi persona".

La particular interpretación de la democracia de Torra

Y explica lo que hay detrás de su decisión de despreciar al poder judicial no presentándose en el juicio que analizará sus fechorías: "No ir sería poner de manifiesto que nos hemos de plantar. ¿Cuando hablamos de confrontación democrática, de qué estamos hablando? Pues que nos plantamos ante un Estado autoritario y represivo que utiliza todos los poderes para llevar adelante su idea". Más claro el agua.

Y lo razona así: "El Estado no tiene ninguna vergüenza: magistrados que se han mostrado públicamente favorables al 155 y a la retirada de lazos son los que ahora me juzgarán". Y lo califica de "irregularidad procesal". (Torra amenaza al Supremo con la independencia de Cataluña)



Torra está convencido de que será inhabilitado, a pesar de que "técnicamente es imposible que con un tribunal imparcial eso pasara...". Torra, como buen trilero, recurre al juego de manos para darle la vuelta a la tortilla intentando hacer pasar a quienes juzgan a los que se saltan la ley por antidemócratas. Esta es su coartada: "quien tiene el problema es el TSJC y nosotros queremos saber si respeta la separación de poderes", refiriéndose a que el president de la Generalitat y jefe del gobierno catalán debe estar los días 25 y 26 de septiembre ejerciendo sus funciones en el Parlament y no dando explicaciones ante un juez. Es su modo de entender el espíritu democrático. 

Ese es el primer paso, el segundo será asumir el liderazgo de la prevista revuelta de octubre. Es lo que va de la inabilitación a la cárcel. Y Torra lo sabe, como los sabían Junqueras, Puigdemont y el resto de encarcelados y fugados. Y conociendo lo que le espera, tira para adelante. Luego, cuando se le juzgue por sus delitos o tenga que fugarse cobardemente de España, tocará el turno de llorar y tirar de victimismo denunciando la represión del estado español. (Es ilegal, punible e irresponsable argumentar ¡¡¡las barbaridades que suelta el pelele de Torra!!)

Torra alimenta el clima de odio que se vive en Cataluña

Torra está alimentando un clima de odio invitando a la población a salir a la calle para mostrar su rencor contra España y sus autoridades. Es el papel que le ha tocado desempeñar en esta función mientras Puigdemont va moviendo los hilos de sus marionetas desde Waterloo. Cuanto peor, mejor. Y hay que intentar empeorar las cosas al máximo. Y cuanto más contundente sea la respuesta del estado de derecho español, más argumentos tendrán para explicar al mundo que Cataluña es un país oprimido por otro.

Que un presidente de una comunidad autónoma sea capaz de asumir el liderazgo de la rebelión contra el estado de derecho que le ampara pone las cartas boca arriba, retrata al protagonista y da sentido a la petición de que el artículo 155 entre en vigor de nuevo. Cataluña no tiene a un político al frente de la Generalitat, tiene a un activista que conspira y no gobierna, que va por libre de acuerdo a las instrucciones de Puigdemont y que no cuenta ni con el rerspaldo de ERC ni con el de su propio partido JxCat. (Oriol Junqueras le mete un sopapo brutal a Torra y Puigdemont y ratifica la evidente división separatista)

Ya lo dijo en Madrid en los desayunos de Europa Press: “Insisto, si se condena a nuestros compañeros, que ya han vivido la condena anticipada de dos años de cárcel, no aceptaremos esta sentencia. Y actuaremos en consecuencia y con coherencia con el ejercicio de nuestros derechos colectivos como pueblo. Todos los derechos que nos sean negados, los volveremos a ejercer. Este es el fundamento de la frase 'lo volveremos a hacer'. Es el compromiso de miles de ciudadanos. Y el mío propio. Es mi deber y lo cumpliré, más allá de multas, inhabilitaciones o cualquier otra amenaza que se nos quiera aplicar”