Los ácaros que pueblan nuestras casas tienen un tamaño entre 0,2 y 0,5 milímetros, lo que les hace invisibles al ojo humano, además de habitar zonas de la casa donde es más que complicado buscarlos, como las alfombras, colchones y almohadas.
Es más, en un solo colchón podemos encontrar más de 2 millones de ácaros.
Los ácaros, en sí, no son alergénicos, sin embargo, sus heces contienen una proteína que puede desencadenar reacciones alérgicas, asma, eczemas y rinitis alérgicas.
Según Toby Saville, micro-biólogo de Dyson: “mucha gente desconoce la gran cantidad de ácaros que conviven con ellos en su colchón, por lo que a muchos les parece extraño tener que aspirar su colchón”. De hecho, ante el creciente conocimiento de la población unida a la preocupación de parte de la sociedad, las compañías han lanzado productos para evitar los ácaros.
En cualquier caso, como apuntan desde el American College of Allergy, Asthma & Immunology “es imposible eliminar todos los ácaros del polvo”, aunque sí existen algunas buenas recomendaciones para evitar su crecimiento, como evitar acumular polvo, utilizar ropa de cama antialérgica y utilizar superficies de vinilo y madera en vez de alfombras y tapetes.