No, no es el ruido de una tiza chirriando en una pizarra ni el de un tenedor arañando un plato.
Varios voluntarios fueron sometidos a una serie de problemas matemáticos en un entorno con diferentes ruidos.
Estudio científico
Mientras hacían los ejercicios se escuchaban el estruendo de una máquina en funcionamiento, el llanto de un niño o una conversación en voz alta, entre otros ruidos.
El resultado de este estudio publicado en la revista 'The Journal of Social, Evolutionary and Cultural Psychology' determinó que no hay ruido más molesto para una persona que el llanto de un niño de entre dos años y medio y cuatro años.
Así es, los llantos de los pequeños provocaban el mayor número de errores en los voluntarios sometidos a estudio.
Mecanismo biológico de protección
Según los investigadores, el ser humano es especialmente sensible a este tipo de expresión vocal por lo que podría ser un mecanismo biológico automático destinado a cuidar a los más pequeños.