Como amante de los animales es imposible no llorar de rabia al ver de lo que son capaces algunas “personas” y este caso unos “niños, que ya apuntan manera de futuros maltratadores o delincuentes. No sentir amor por un perrito es algo incomprensible.
Encontraron gracioso ahogarlo en pegamento y llevarlo al barro. El pegamento se convirtió en una segunda piel tan gruesa como el cemento, e impedía el flujo de sangre hacia varios puntos de su cuerpo.
No es políticamente correcto expresar todo lo que siento, pero algunos se lo pueden imaginar. Estos “niños” que torturaron a este perrito, merecerían un castigo igual que el que le han hecho al pobre animal.
Afortunadamente los veterinarios consiguieron, con tiempo y mucho amor, que volviera a ser feliz.