El 19 de abril de 2014, Matheryn Naovaratpong, Einz, como la llamaban en casa, no despertó.
Tenía dos años y dos meses, sus padres, una pareja de científicos, acudieron de urgencia al hospital, donde el pronóstico no pudo ser peor: la pequeña tenía un tumor de 11 centímetros en el lado izquierdo del cerebro.
A pesar de que las esperanzas de que despertara eran casi nulas, la niña demostró sus ganas de vivir,saliendo del coma, y superando 12 cirugías, 20 tratamientos de quimioterapia y otras 20 de radioterapia, perdiendo casi el 80% del lado izquierdo del cerebro.
Pero nada de ello evitó que el cáncer, en 2014, se propagara por todo el cerebro, falleciendo Einz poco después, en 2015
Sin creer que ese fuese el final, sus padres decidieron criogenizar a la pequeña, que se convertía en la persona más joven 'congelada'.
La esperanza de una cura para Einz
Esperando a que la ciencia descubra una cura para el cáncer de Einz, los padres decidieron someterla a este último proceso.
Para ello, el cerebro de la pequeña fue extraído del cuerpo, y conservado en un recipiente lleno de nitrógeno líquido. El resto del cuerpo se encuentra en un criorefrigerador en Arizona, cuyo coste de mantenimieneto cuesta cerca de 80.000 dólares al año.
La historia, estremecedora, ha sido relatada en un documental de Netflix, en el que se explica el proceso de la enfermedad y de la criogenización de Einz, a la espera de una cura.