Las enfermedades de transmisión alimentaria o toxiinfecciones alimentarias son aquellas que se transmiten por la ingestión de alimentos contaminados con bacterias y sus toxinas. Estas enfermedades se pueden evitar prestando atención a las recomendaciones de las autoridades responsables de la seguridad alimentaria, EFSA y AESAN.
Estas enfermedades pueden darse por la ingestión de alimentos que contienen microorganismos patógenos vivos como virus, parásitos o bacterias como Salmonella, Listeria, Shigella, Trichinella y Anisakis, entre otras, en cantidades que afectan a la salud del consumidor.
La primera causa de enfermedades de origen alimentario en España son las bacterias. Según datos del último informe europeo ONE HEALTH recogido por la AESAN, la campilobacteriosis ha sido la enfermedad gastrointestinal más notificada en la UE en los últimos años, afectando a más de 220.000 personas en 2019, seguida de la salmonelosis con 88.000.
La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés) es la Agencia de la Unión Europea que ha puesto en marcha la campaña #EUChooseSafeFood, que tiene como objetivo concienciar sobre la importancia de la ciencia que subyace tras los alimentos que compramos y explicar cómo trabaja la comunidad científica para garantizar su seguridad.
La clave para evitar estas enfermedades
La clave para evitar este tipo de enfermedades, según se explica en la citada campaña, está en la correcta manipulación de los alimentos. Para ello hay que seguir una serie de pasos que detallamos a continuación y que se deben llevar a cabo cada vez que tocamos los alimentos.
El primer paso es lavarnos las manos con jabón y agua caliente, antes y después tocar los alimentos, así como tantas veces como sea necesario. Sobre todo hay que prestar atención a la higiene cuando volvemos del baño o después de comer algo.
Asimismo, los materiales y las superficies que utilicemos para manipular los alimentos deben lavarse con jabón y ser aclarados con abundante agua, para asegurarnos que no quede ningún resto de comida en ellos. Esto es clave para que no haya crecimiento bacteriano.
En la nevera, los alimentos crudos deben estar separados de los cocinados y estos últimos, almacenados en recipientes cerrados para reducir al mínimo el riesgo de que se contagie la comida y, posteriormente, nosotros al ingerir los citados alimentos.
Otro paso importante es aplicar un correcto tratamiento térmico, especialmente en el caso de los productos de origen animal. Es decir, los alimentos deben de estar bien cocinados para acabar con microorganismos como la Salmonella. Como mínimo deben someterse a 70 grados durante 2 minutos para eliminar las bacterias.