Pero señalar no significa hacerlo con el dedo y quedarse tan ancho. Nada de eso. Lo que han hecho es hacer públicas fotografías y datos personales de los catalanes no independentistas que se han dedicado a quitar los demasiado típicos lazos amarilos.
Principalmente, sus víctimas eran políticos que defienden la Constitución y que se havían pronunciado al golpe de Estado.
Pero por primera vez, la cosa ha pasado de las altas esferas a la gente anónima, mostrando ese 'modus operandi' que causó la sorpresa a todos.
Arran lo peina todo
Ahora a los radicales de Arran no solo les preocupe 'cazar' a los peces gordos, sino que han bajado al suelo para pillar a los pequeños, a los anónimos.
Bajo el eslogan, "¡Señalémoslos!" y "¡Fuera fascistas de nuestras calles!", los afiliados a la asociación catalanista dan los nombres y apellidos de sus objetivos y hacen el siguiente llamamiento: "Si les ves da la voz de alarma".
En los carteles les llaman agresores, les acusan de poner denuncias falsas, lanzar disolvente o, directamente, les tachan de maltratadores.
Los intentos de marcar a los discrepantes con métodos de la Alemania nazi incluyen pintadas en muros o cubos de basura con la palabra "fascista". Prácticas que también nos recuerda a la trágica época que provocaron los años más salvajes de la banda terrorista ETA.