La caía en picado del apoyo social, y por ende, del músculo político, que está viviendo el nacionalismo catalán en los últimos meses ha hecho que, lejos de renunciar a la independencia, los principales revolucionarios secesionistas catalanes se muestren cada vez más violentos y radicales a la hora de defender la idea de una Cataluña independiente y separada de España.
Una violencia radical, más en palabras que en hechos, que ha llevado a algunos a proponer 'apedrear' las casa de los constitucionalistas, mientras otros han defendido la idea de volver a reorganizar un 'procés' en este 2022 para desafiar de nuevo al Estado español, aprovechando la aparente debilidad del Gobierno de Pedro Sánchez para poner al independentismo en su sitio.
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Sin embargo, el mosso independentista, y portavoz de la asociación 'Mossos per la República', Albert Donaire, ha llevado sus premisas independentistas aún más lejos, proponiendo una 'caza de brujas' contra todos aquellos que no defiendan la independencia, una vez que Cataluña haya conseguido ser un país independiente.
"Debe juzgarse a cada uno de los represores y colaboracionistas que ha tenido el Estado. Quien la hace, la paga" ha amenazado el independentista en su cuenta oficial de Twitter.
La 'raza aria' de Cataluña
Una idea de 'limpieza' en el territorio catalán, en el que para Donaire, solo podrían vivir y trabajar aquellos que defiendan la independencia catalana, que a muchos les ha recordado la obsesión de los nazis por la limpieza de raza, es decir, la búsqueda de una auténtica 'raza aria', esta vez, en Cataluña.
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Idea fascista que no es la primera que los independentistas catalanes 'roban' al fascismo alemán, siendo constantes las similitudes entre las acciones de los radicales separatistas, y las acciones llevadas a cabo por el incipiente movimiento nazi en Alemania.
Paralelismo en cuestión de defensa de la lengua, en la internacionalización del conflicto, en la 'marcha de las antorchas' y ahora, en la 'limpieza de las instituciones' a nivel ideológico, que demuestra que el nacionalismo catalán ha abandonado definitivamente la vía de la democracia, para adentrarse en la violencia y en la intimidación para conseguir sus objetivos.