El expresidente fugado de la Generalitat ha publicado un artículo en The New York Times en el que manipula la realidad para tirar mierda contra España.
Puigdemont empieza mintiendo cuando dice que el gobierno turco "ha justificado la destitución de los cargos electos kurdos diciendo que simplemente seguía el ejemplo de España".
Acto seguido, el expresidente fugado de la Generalitat opina que China "ha defendido que la violencia policial en Cataluña legitima su represión contra manifestantes en Hong Kong".
De este modo, tergiversando la realidad, Puigdemont compara los "rasgos autoritarios" de España con Turquía y China.
Pero olvida lo más importante, que España es una democracia reconocida y envidiada en todo el mundo, a diferencia de China y Turquía.
Nacionalismos y otras minorías peligrosas
"Este modelo antidemocrático de lucha contra las disputas fronterizas o los movimientos independentistas establece un precedente que agravará los problemas territoriales en todo el mundo, validando la violencia institucional contra las minorías", se inventa Puigdemont, sabedor de que son los nacionalismos extremistas como el catalán los que agravan los problemas territoriales en todo el mundo.
Puigdemont asegura que nunca pensó que una democracia plena como la española "situaría la unidad por encima de la democracia o los derechos humanos, sobre todo ahora que España se encuentra en la UE", algo que solo creen los independentistas más cegados.
Fronteras en un mundo global, un sinsentido
"Los ciudadanos deberían estar al frente para redefinir las fronteras de nuestro mundo", reclama Puigdemont en un momento de la historia en el que todos los países tienden a desdibujar sus fronteras para vivir en un mundo globalizado.
"Los estados que obtengan la independencia por medios no violentos y democráticos abrirán el camino para que la democracia liberal prospere en el mundo", sentencia Puigdemont, completamente equivocado sobre los pasos a seguir para que España y Cataluña prosperen en el futuro.