Estaba abandonado en una charca y en cuanto lo vio se dio cuenta de que no podía moverse.
Lo llevó al veterinario y le dijo que solo había dos soluciones, o lo ponía a "dormir" o intentaba que se acostumbrara a una silla de ruedas.
Consiguió una silla de ruedas y el perro se acostumbró a caminar. Pero como vive en un pueblecito de México en una zona donde no hay parques y las calles están empedradas, no era el sitio ideal para el.
Puso un anuncio en Internet y la llamaron de California, allí sería feliz. Su nueva dueña tiene más perros y se han acostumbrado a jugar con él.
Cuando lo lleva a la playa, es feliz y corre por la arena persiguiendo a sus amigos peludos. Un ángel lo salvó.