Lo habían abandonado en la parada del autobús. Pasaban los días y nadie se puso en contacto con ellos. Su miedo era que no se llevara bien con sus perritos, al principio era un poco agresivo, pero después se adaptó.
De pronto le empezaron a flaquear las piernas y no podía caminar. El veterinario dijo que tenía 2 hernias discales y no sabía se recuperaría del todo.
Fueron unos días muy duros, pero de pronto un día se levanto. Los medicamentos y el ejercicio hicieron su efecto. Ahora es un perro feliz, con nosotros y sus amigos de cuatro patas.