Era un cachorro y en lugar de jugar y ser feliz, sufría mucho. No paraba de llorar y cuando lo recogieron y lo llevaron a una casa de acogida, les preocupo ver como lloraba.
Lloró todo el día sin razón y la verdad les puso tristes a todos. Lo llevaron al veterinario y tenia el vientre muy hinchado y con lombrices. Le hicieron una radiografia de un patita trasera que torcia y afortunadamente no estaba rota.
Después de varias inyecciones y más pruebas, por fin consiguió dormir una noche sin llorar.
Afortunadamente, el tratamiento finalmente dio sus frutos y Rocky ya no lloró, también encontró una familia amable para adoptarlo. Se está preparando para entrar en una nueva vida feliz y brillante.