Sánchez sacrifica al 'peón' Iceta para ganar la partida

El rechazo de los separatistas en el Parlament proporciona a Sánchez credibilidad en el resto de España.

Sánchez sacrifica al 'peón' Iceta para ganar la partida
Sánchez sacrifica al 'peón' Iceta para ganar la partida

La arriesgada apuesta de Pedro Sánchez designando a Miquel Iceta como su candidato a presidir el Senado español, lejos de convertirse en un fiasco, puede confirmarle como el más maquiavélico de los estrategas. Lo que se aventura como una derrota al no ver cumplido su deseo, puede llevarle a una victoria aplastante sobre sus rivales.

La controvertida elección de Iceta para el Senado

Albert Rivera se sorprendía el otro día por la elección de Iceta como presidente del Senado. "¿No ha encontrado Sánchez otro candidato en Castilla León, Madrid o Sevilla?" ¿Tiene que ser precisamente el catalán Iceta? Pues sí, tenía que ser Miquel Iceta, el líder de los socialistas catalanes, un político de su cuerda con el perfil ideal: dialogante, comprensivo con el independentismo y nada entusiasta con la propuesta de resolver el problema catalán a base de encarcelamientos y fugas al extranjero.

Hubiera sido más fácil nombrar a otro. Se hubiera ahorrado lo que está pasando en los últimos días. Pero habrá valido la pena.

La apuesta de Iceta le ha proporcionado a Sánchez críticas feroces de los partidos de derechas. Además, Iceta ha planteado recientemente su postura favorable a un referéndum a largo plazo en el caso de que un 60% del electorado catalán se mostrara receptivo a la independencia. También se ha abonado a la tesis de un posible indulto para los presos que están siendo juzgados en el Supremo. 

"Sánchez se ha vendido a los enemigos de España"

Suficiente para ganarse el rechazo de sus rivales políticos, que le han desautorizado desde el primer momento. No puede presidir el Senado y aplicar el artículo 155, si fuera preciso, quien no muestra una firmeza inquebrantable contra quienes quieren romper la unidad de España saltándose la constitución.

La designación de Iceta generó dudas incluso dentro del PSOE. Los barones nunca han compartido esta decisión personal de Sánchez, que sólo ha servido para cargar de razones a quienes sostienen que el presidente ha vendido España a los independentistas y que ha gobernado y gobernará en base al chantaje separatista de quien no da nada si no es a cambio de algo. Y ese ha sido el caballo de batalla de la derecha en su lucha por comerle el terreno perdido a Sánchez.

Pero Sánchez tenía su estrategia muy bien calculada. Antes de ver a Iceta sentado en el sillón presidencial del Senado tenía que pasar por el sedazo del Parlament catalán, controlado por los independentistas. Iceta no podía llegar a la votación para su nombramiento en el Senado si antes no conseguía el respaldo del Parlament catalán. 

Las cuentas pendientes en el Parlament

Y en el Parlament existen muchas cuentas pendientes con el Estado. Los separatistas no han perdonado que desde Madrid eligieran a Torra president de la Generalitat porque antes decidieron que no gustaban Puigdemont, Jordi Sànchez o Jordi Turull. El amor propio catalán quedó herido. Y la tenían guardada. Fue una afrenta que tuvieran que ser  los poderes fácticos de Madrid quienes decidieran algo tan importante como la identidad del presidente de los catalanes. Este no, este no, este tampoco. Este sí. Demasiado humillante para ellos como para que no esperaran el momento de devolver la jugada. La venganza se sirve en plato frío.

Y ha llegado el momento de la venganza. El separatismo le echa en cara a Sánchez que no ha tenido el más mínimo gesto con los políticos encarcelados y se han sulfurado cuando la Junta Electoral Central, que depende de la Administración española, ha vetado a Junqueras y Puigdemont en el debate de anteanoche en TV3. Sánchez no es de fiar, han decidido. Y se la han querido devolver. Si no gustaban en Madrid Puigdemont, Jordi Sànchez y Turull, tampoco nos gusta a nosotros Iceta.

El independentismo le da la espalda a Sánchez

Y están todos por la labor de vetar su nombramiento. A pesar de tratarse de un catalán. Iceta precisa de la aprobación del Parlament catalán para obtener la condición de senador autonómico y presentarse en el Senado para ganar la votación de una Cámara Alta en la que los suyos tienen mayoría absoluta. El problema es que no la tienen en el Parlament. Y lo peor es que el Parlament lo controlan los separatistas. Y ERC, JxCat y la Cup ( 70 escaños) ya han anunciado que votarán en contra. Frente a eso, el PSC (17) y previsiblemente En Comú  Podem (8) suman 25. Ni siquiera añadiendo los votos de Ciudadanos (36) y los 4 del PP sería suficiente, pese a que Ciudadanos ya ha anunciado que se abstendrá en el Parlament, aunque luego, según Rivera, votarán en contra con las dos manos en el Senado. Y el PP también se plantea la abstención.

Sólo que Esquerra Republicana le hubiera ofrecido a Sánchez el mismo apoyo que le concedió para liquidar a Rajoy del Congreso, la balanza se habría decantado a favor de Iceta. Pero no lo han hecho. No han querido asociarse con él. 

Iceta perderá la batalla y Sánchez ganará la guerra

Iceta perderá la batalla del Parlament y su intentona por llegar al Senado acabará en fracaso. Pero Pedro Sánchez será el gran vencedor de la guerra, que es lo que interesa. Habrá quemado a un peón de lujo, Iceta, pero en pleno periodo electoral, habrá asestado un golpe magistral a sus rivales.

Con su maniobra se ha ganado a su público fiel catalán, que ha aplaudido su decisión de colocar a un catalán dialogante en el cuarto puesto del escalafón jerárquico del Estado. Misión cumplida: podrá conservar el voto catalán que le da la espalda a las derechas españolas.

Pero no acaba ahí la cosa. El electorado español se cuestionará las constantes acusaciones de Casado, Rivera y Abascal contra Sánchez por aceptar ser rehén del los que quieren romper la unidad de España. En los últimos días le han echado en cara que acepte el chantaje catalán y se someta a la voluntad de quienes sólo desean el mal para España. Y le han echado en cara que negocie con ellos y que los tenga como socios de gobierno contentándoles con cesiones sin más objetivo que perpetuarse en La Moncloa.

El independentismo prefiere a Casado o Rivera

Ahora Sánchez tiene la oportunidad de hacer pasar por mentirosos a sus rivales porque, de la misma manera que se vio forzado a convocar elecciones porque sus sopcios separatistas no le dieron su apoyo, ahora, en pleno proceso electoral, Sánchez sale absolutamente desmarcado del independentismo. No les ha dado nada y no ha recibido nada a cambio. Sánchez abandona su papel de socio necesario de los nacionalistas para convertirse en su víctima.

Sin embargo, la derrota de Sánchez con Iceta es dulce, muy dulce. Ha sacrificado un peón, pero ha salvado al rey, que en este caso es él. Sánchez pierde la batalla de Iceta, pero gana la guerra de la credibilidad. A partir de ahora le podrán echar en cara todos sus defectos, pero entre ellos no estará el de asociarse con los enemigos de España. Esos a los que Sánchez empieza a conocer bien y de los que sabe que prefieren un gobierno implacable e intolerante de Casado o Rivera, a los que podrían acusar de opresores, y contra quienes sería más fácil romper la cuerda que les une a España, antes que tenerle a él de interlocutor.

Cuanto peor en España, mejor para ellos. Pero el talante conciliador de Sánchez es lo que menos les conviene en este momento para hacer crecer su movimiento separatista.