Las escalofriantes palabras del Guardia Civil que detuvo al asesino de Laura Luelmo

Emilio Díaz Moreno fue la persona que esclareció el primer asesinato de Bernardo Montoya, en 1995, y lo recuerda como si fuera ayer

21 de Diciembre de 2018
Las escalofriantes palabras del Guardia Civil que detuvo al asesino de Laura Luelmo
Las escalofriantes palabras del Guardia Civil que detuvo al asesino de Laura Luelmo

Emilio Díaz Moreno y José Manuel Rodríguez Mesa fueron los dos Guardias Civiles que se encargaron de detener, el 15 de diciembre de 1995, al asesino confeso de Laura Luelmo. Bernardo Montoya asesinó a una mujer de 82 años para evitar que testificara contra él después de que éste allanara su casa para robar algo con lo que pagar su adicción a la cocaína y la heroína. En declaraciones para HOY, el primero de ellos ha desvelado cómo vivió aquel primer asesinato de este monstruo.

Por aquel entonces, Díaz era el jefe del equipo de homicidios de la Policía Judicial, y tardó dos días en detener a Bernardo Montoya como el asesino de la anciana. Aquella detención provocó que el ‘angelito’ le amenazara de muerte: “Te voy a matar cuando salga de la cárcel”. Cuando comenzó a circular la posibilidad de que Montoya, al que califica de “persona fría”, fuera el asesino de Laura Luelmo, lo tuvo claro: “La chica está muerta y puede haber sido Bernardo”, le dijo a su entorno. (El asesino de Laura Luelmo tenía a su pueblo completamente aterrorizado).

Bernardo Montoya y su familia fueron ‘desterrados’ de Badajoz

Cuando una persona mata a otra y no tiene remordimientos es factible que vuelva a hacerlo. Como ha pasado (…). No sabía nada de Bernardo antes de la muerte de la anciana en 1995. Después supe que eran de Badajoz. Del barrio de la UVA o del Gurugú. Llegaron a Cortegana porque tenían allí familia. De Badajoz salieron porque, según la ley gitana, fueron desterrados. Se les obligó a irse de la ciudad por las peleas con otros gitanos. Cuando llegaron a Cortegana los hermanos Montoya tendrían ocho o diez años”, explica a HOY.

El Guardia Civil retirado recuerda perfectamente cómo le detuvieron por el primer asesinato que cometió, en 1995: “Cecilia era una viuda y vivía sola porque su único hijo estaba en Alemania. Había denunciado a Bernardo porque meses atrás le había intentado robar y le produjo heridas. La mujer no quiso retirar la acusación y una noche Bernardo cogió una escalera que había en un patio de un vecino para subir a la planta alta donde vivía. Entró por una ventana, rompió con un cuchillo la lámpara de su habitación y le asestó siete puñaladas mortales”, explica. (El terrible historial delictivo de Bernardo Montoya, presunto asesino de Laura Luelmo).

Después de eso, se fue a la localidad onubense de El Rocío: “Bernardo se marchó unas horas a El Rocío, con algunas personas más. Llegamos al pueblo y empezamos la investigación. Nos condujo a él. A las cuarenta y ocho horas del asesinato estaba en su casa junto a su hermano gemelo, otro hermano mayor y sus padres. Llamé a la puerta y le dije que se tenía que venir al cuartel de la Guardia Civil. Le dije que estaba detenido. No opuso resistencia. Al principio no quiso confesar que mató a la mujer pero al final lo hizo una vez que comprobó las pruebas”, cuenta.

Emilio Díaz Moreno acompañó al asesino al entierro de su madre

Por aquel delito fue condenado a 17 años y 7 meses, 15 por asesinato y el resto por robo. Cuando el juzgado le sentenció, no dudó en amenazar de muerte a la persona que había desentrañado su crimen. Años después coincidieron cuando obtuvo un permiso para acudir al entierro de su madre: “No me reconoció a primera vista. Yo sí sabía quién era. Fui yo quien le acompañé, esposado junto a él, al entierro de su madre. Volvió a la cárcel y fue pasando por distintos módulos. Acabó siendo uno de los presos que tuvo un trabajo, el de fontanero, y por eso me parece que cobraba unos 300 o 400 euros”, narra.

Para finalizar, deja claro que el sistema falló para que Laura Luelmo pudiera vivir en un lugar tan apartado al lado de semejante criminal: “Laura no tenía que haber ido nunca allí. Esa niña no tenía que haber muerto. Ha habido un fallo de coordinación entre Instituciones Penitenciarias y las fuerzas de seguridad porque una chica joven no podía vivir en una calle apartada junto a un delincuente como ese, muy frío, sin remordimientos”, concluye el Guardia Civil, que junto a su ex compañero Rodríguez Mesa, aún en activo, resolvió también el asesinato a puñaladas de otra mujer a manos de su hermano, Luciano Montoya. (La autopsia revela que Laura Luelmo fue agredida sexualmente).